Características de la lombriz de tierra
De todos los anélidos, para nuestros fines, nos interesan los oligoquetos. El cuerpo de estos animales es un tubo segmentado por fuera y por dentro (metamerizado). La superficie del cuerpo o cutícula, se adorna por unas pequeñas espinas quitinosas (por eso, llamadas quetas), embebidas en glándulas cuticulares y con las cuales, se ayuda en los desplazamientos. Adentrándonos en el cuerpo, por debajo de la cutícula, se observan músculos circulares, longitudinales y oblicuos cuyo trabajo coordinado producen los movimientos peristálticos que se utilizan en los desplazamientos, cual si fuera un intestino humano. La cavidad interna es amplia y llena de un líquido donde se observan células fagocitarias que devoran todo cuerpo extraño, incluyendo microorganismos, principalmente bacterias. El tubo digestivo es prácticamente rectilíneo, aunque se observa una boca succionante, una poderosa faringe, una bolsa trituradora o molleja, un buche almacenador de alimento y un intestino, que desemboca en un ano, al final del cuerpo. Limitando arriba y abajo al tubo digestivo se observan sendos vasos circulatorios y más ventralmente un sistema nervioso en forma de escalera, pero con un par de ganglios nerviosos por segmento, todo ellos, conectados mediante nervios longitudinales con un cerebro situado en el primer segmento (o primeros segmentos) del cuerpo.
Lombriz roja californiana subadulta, sin vestigios aún de clitelo.
No tienen órganos sensoriales formes, pero sí quimiorreceptores de fina función, aunque algunas especies pueden disponer de manchas fotorreceptoras que se estimulan a los cambios de luz. De hecho, la mayoría de las lombrices son fotófobas y huyen de la luz, por lo que tienen manchas oculares capaces de captar las ondas luminosas y huir de ellas, enterrándose en el sustrato.
Las lombrices que nos interesan son hermafroditas, es decir, cuenta con un órgano reproductor masculino y otro femenino, con testículos y ovarios, situados en segmentos diferentes, denunciables por su mayor tamaño y que integran el llamado clitelo. La autofecundación no es la norma general, aunque se puede presentar de vez en cuando. Lo frecuente es la fecundación cruzada, de tal manera que se unen dos individuos para intercambiar su material reproductor, tras lo cual, se evacuan los huevos fecundados en una bolsa llamada cocón. Tras el desarrollo embrionario, emergen por desarrollo directo, pequeñas lombricillas independientes.
Detalle de anillos de lombriz roja. Se aprecia una queta en forma de pelito blanquecino.
La mayoría de las lombrices de tierra son capaces de llevar a cabo una reproducción asexual por regeneración. En efecto, a veces y dado lo hostil que llega a ser el sustrato donde viven las lombrices, el cuerpo se puede fracturar y partirse en varios tramos, regenerando cada uno de ellos, la parte que le falta, más eficazmente cuanto más cercana es la parte que queda de la zona cefálica primitiva. En algunas especies, esta reproducción es normal, no accidental y se puede realizar de dos maneras, primero se alarga el animal desmesuradamente y más tarde se parte en las lombrices que deberían quedar (regeneración paratómica) o al revés, primero se parte y después se regenera (regeneración arquitómica). Sea lo que fuere, ello se ha aprovechado para en cautividad, producir una gran población en poco tiempo.